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Si el sol acaricia tu velo

  Vivía en una gota. Envuelta en su cúpula de cristal. Respiraba su propio olor a luna recién menguada girando sobre sí misma. Los días de lluvia, otras gotas saltaban sobre su hoja cimbreando su universo, salpicándolo de sabor a ilusión que se desvanecía entre las sombras de las ramas. Cuando el gris envolvía su burbuja, ella empequeñecía su cuerpo como una espiral nacarada. Tratando de silenciar sus latidos para evitar ser percibida. Si el Sol acariciaba su velo, entonces su pecho apuntaba al cielo para llenarse de aliento.  Y así transcurría su diminuta existencia. Agazapada y mordida en su frágil guarida. El viento del norte se cansó un día de no poder rozar su piel y se atrevió a despojarla de su manto de agua. Sopló con tanta fuerza su deseo que llevó a la hoja a navegar por el río.  Ella sostenía entre los dedos los recuerdos de su techo de cristal mientras sentía cómo sus pulmones se sellaban. Buscó alrededor algo que respirar, otra gota que la envolviera...pero el tiempo se ev

Como Dientes de león

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       Llevo un par de semanas pensando en volver a escribir. Perdí la bonita costumbre de llevar una agenda en el bolso para apuntar pensamientos, versos o ideas. Quizá porque me deshice de la tediosa tarea de llevar bolso y una cosa llevo a la otra.      Ha sido una imagen. Una imagen y una frase. Las había guardado. Pero llegó la luna llena de Acuario y, tras un mar de fondo, me las trajo a la orilla. Y aquí estoy.      "Por eso me quedo, porque puedo irme" - decía Carmen Laforet bajo la delicada ilustración del buzo que abraza a la sirena de Giulio Ingrosso . Si la encuentro, os la enseño. Condicional cero. Alta probabilidad de que la encuentre porque la voy a buscar. ¡Qué no buscaré yo! La exploradora...(la tienes aquí ).      Hemos estado unos días en una manada mixta, Logan y yo. Más de veinte perros con sus dispuestas personas dando paseos por el monte y compartiendo cervezas. Su instinto se ha acentuado en manada. Tendríais que verle, desde el primer día en cabeza, c

La herida

       Entreabrí los ojos entumecidos y busqué con mi pecho su espalda queriendo abrazarme, pero solo encontré el lomo de Logan enroscado cerca de mi vientre.   Me incorporé para verme allí, tumbada en un claro del bosque con las ascuas en su ocaso, como la cría que algún animal hubiera decidido dejar atrás. Busqué entonces su figura, quise verla aparecer entre los árboles trayéndome café caliente.  Pero solo recibí la burla de un arrendajo agitando las ramas para hacerme creer que ella aún estaba cerca. Inhalé el aire que pude y me senté para reconocer al sol marcando un nuevo inicio.  Mientras Logan lamía mis manos, recordé cómo le había pedido que se fuera y no volviera a buscarme.  Fueron dos actos de amor, el de ella hacia mí dándome la libertad y el que yo me debía a mí misma para poder encontrarla. Me puse en pie sintiendo que arrastraba el plomo de un cañón en mi cuerpo. Me había propuesto encontrar un nuevo camino y no había tiempo que perder. Sacudí los restos de la noche

No sé, quería pensar en escrito y punto.

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Imagen de Frank Winkler Pixabay Tenía unos retales sueltos de varios días y me he animado a unirlos porque aquí escribo lo que me da la real gana que para eso el blog es mío 😉 Creo que voy a empezar con la parte chunga de haber estado enamorada 💔 No importa cuántas veces te lo hayan dicho o cómo de claro lo hayas visto en breves episodios de sensatez. Cuando estás enamorada hay una fuerza interna que te mantiene en ese lugar que nadie más entiende o, peor aún,  que te hace volver a la rueda de la jaula y repetir patrones hasta que entiendas lo que haya que entender y salgas por la puerta que siempre estuvo abierta. Tu amor propio de vez en cuando te agarra por los hombros y te sacude gritando: -¿qué mierda estás haciendo? ¡vámonos de aquí!-. Pero tu ego prefiere fantasear haciéndote creer que un día esa persona dará un paso que lo cambiará todo y comeréis perdices veganas cuando os dé la gana; Hasta que abres los ojos y te ves dentro de la rueda donde nada ha cambiado porque ella no

Sostenida por la red

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La red siempre está ahí, solo que a veces el vacío está tan impactado en tu retina que no ves más allá. Pero la red está. No como tú la hubieras tejido. No del color que tu la habrías pintado. Pero está. Y tiene la fuerza suficiente para amortiguar la caída e impulsarte de nuevo para que, como un insecto desesperado, muevas brazos y piernas para agarrarte a algo. Mi red está. A mi víctima puede que le fastidie admitirlo, pero ella sabe que es así. No importa lo lejos que quiera saltar, ni desde dónde lo haga, siempre hay un tejido dispuesto a sostenerme.   Gracias

El placer de una sonrisa

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¿Sabéis cuando sonreís y sentís que en el pecho de enfrente se enciende un farolillo a lo "gusiluz"? Es el delicioso placer de tu sonrisa. Es como cuando te dan un "Halls" de eucalipto y sientes que se te eriza algo por dentro, pero en plan bien, una explosión de buen rollo. Científicamente de andar por casa puedes comprobar lo que sucede en tu sistema, y en los de tu alrededor, cuando sonríes. Es como generar una honda expansiva de amor del bueno a kilometros a la redonda. Vaya, como si propagaras un chute de felicidad viral a lo bestia. Pruébalo conmigo, venga, dale. Primero sonríe para dentro, como a tus tripas, ahí, diciéndole, por ejemplo, a tu hígado ¡cómo me flipa tu gestión de las emociones! Luego sonríe a tus piernas y diles: ¡qué lejos que me lleváis a veces! Y continúa siendo consciente del pedazo de regalo que llevas puesto. Cuando llegues a tu cara, ve poco a poco separando las comisuras de tus labios hacia tus orejas, eso es, no pasa nada si

Placeres te da la vida..y si no, ¡los buscas!

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Todo listo; Kine despanzurrado en su baño de sol, mi taza de búhos cargada hasta la mitad y las uñas guillotinadas para no golpear las teclas ¿no os da grima? digo, cuando están largas y chocan mucho contra algo y la yema no llega a hacer contacto…a mi es que me estorban. Cuando veo a mi madre con esas uñas tan largas, siempre le digo lo mismo: - Mamá, ¿no te dan grima? Y ella dice que no, que le gustan así y pintadas de rojo. Pero se le rompen a menudo y yo, lo de ver la grieta atravesando lo rosa, no lo disfruto.  Este sí que sabe. La taza no es “laprimeratazaquehecogidocuandoheabiertoelarmario”. Es la de búhos de colores. Porque hoy quiero que sea esa. Cuando me pongo el café por la mañana, no lo bebo de cualquier sitio. Caray, si es la segunda decisión del día (la primera es la ropa interior) pues ¡no señor, no me sirve cualquier taza!. Incluso si la que quiero no está disponible y tengo muchas ganas, soy capaz de sacarla del lavavajillas y fregarla a mano. Sí, sí, co